
Vivimos en una constante flama
que alimenta tanta pureza en torno.
Caminamos bajo un cielo que nos llama
pues en la utopía no hay retorno.
Aquí todo está igual, nada perece
ni el conocido tiempo o la fortuna.
El mismo sol, la misma luna
como antes sigue y permanece.
Las penas del lugar nunca regresan
existe sólo el hoy, lo cotidiano.
La lucha del vivir ya no nos pesa
si poseo mi mano entre tu mano.
Somos dos seres que se acompañan
para mitigar lo duro del destino.
Los hijos nos dan fuerza, nos amainan
con la dicha que traen en su sino.
Oscar Néstor Galante.
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