
de madera enraizada
conjugándose en el viento
al deletreo de las voces
que ciñen al suelo.
Tiempos distintos
en opuestas orillas
contrastando dimensiones
que jamás se han de tocar.
Ojos de serpiente
elevados hacia el cielo
enroñándose en un mundo
que nunca habitará.
La realidad succiona
plegando ilusiones
rasqueteando fantasías
que borrosas se diluyen.
Escamas de serpiente
que adustas presumen vanidad
mientras la gravedad obliga
arrastrarse sobre el vientre
y no ser jamás Quetzalcoatl.
Liliana Varela 2010
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