
Un séquito de voces halagando,
las armas resplandecen por el día,
las gentes pertrechadas de ironía
sonríen a las tropas desfilando.
El amo del poder muestra su pecho
henchido de soberbia y de medallas;
un asno que por nada da la talla,
ufano de bien que lo halla hecho.
Infartan las tropas sudorosas
y el "genio" rendido se aparece,
el día de nuevo se amanece
ahito de promesas y de rosas.
Emilio Medina M.
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