Que la muerte no me encuentre quieta
que me sorprenda en un giro,
en una esquina,
Ser remolino –tornado o polvo que vuela-
no caer de bruces al piso buscando un botón
con que prender el interés de mis días
al pecho.
Que no me encuentre pegada al suelo
enraizada médula de cara al sol,
Ser perseguida sin yo saberlo
brazos al viento, agitar el alma
hasta volverla parte del éter.
Que no me halle la vista fija
en algún punto de un horizonte sin alcanzar,
Ser dinamismo puro y esquivo
mente abierta vacía de prejuicios
negra perla en algún fondo marino.
Que me halle así , de pronto,
como en un descuido...
Liliana Varela 2008
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