Aunque entornes tus pestañas de obsidiana,
oscureciendo el mar, el cielo, el universo.
Continuaré, tras el brillo sutil, diverso
del eterno fulgor de tu piel almendra.
Por que sé que no soy para ti una nada
sin relevancia. Porque sé que me amas.
Aunque dejes de respirar, paralices el vuelo
deteniendo el albor de tus deseos,
Olfatearé, en el aire, los vapores
De tus hormonas, tus genes, los latires
de tus poros, sedientos, expectantes.
Pues yo te siento, en mi aliento,
Porque sé que me amas.
Aunque borres tu huellas, y te escondas
en donde las mareas no se mueven
yo me hundiré en las corrientes submarinas
Y te hallaré en el eco de las finas
Oleadas que el deseo te provoca
en tus cavernas, tus grutas, tus lomadas.
Aunque te escondas, huyas, o me ignores,
Aunque me cierres tu interior, aunque me niegues,
Te buscaré, mujer, entre los pliegues
De tu orgullo , tu pudor y tu vergüenza.
Y me dirás, al fin, te amo, yo soy tuya.
Porque
desde el principio,
mujer,
supe que me amas.
Carlos Adalberto Fernández 19-08-06
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