Termina el verano y con él parte mi alegría.
Nací para caminar descalza.
Crecí para soltar mi pelo
al viento como gaviotas castañas.
Entrego al último sol,
la sonrisa escondida y mansa,
que albergó, todo este tiempo,
mi alma.
Como acordes suaves de dedos y guitarras,
canta un mar de felicidad,
y se despide de mi sueño malva.
Sueño con un amor fértil,
mientras el cuerpo cae en el tiempo
y esa ilusión de mujer
sigue esperando el camino gentil.
Se adormece el cielo veraniego.
Se enmudecen las rocas
que una vez cantaron.
Y mueren los amores cambiando en el fin.
Llega la luz tambaleante
para despedirse
de la escritura de mi piel.
Se despliega todo ese recuerdo de caricias.
Se disipa el código solar y el perfume de anís.
Termina el verano de mi vida,
y con él despido mi inocencia
descolorida de tanto sol.
Sé que llegará con la noche el entendimiento.
Y cerrará las heridas
para brotar de mis labios
un nuevo canto lleno de valor.
Sé que parte hoy
mi ilusión de especias y hojas verdes.
Sé que debo abrir mis brazos en entrega.
Para desplegar en el viento
los perfumes infinitos del amor.
Amparo Carranza Vélez.
21 de Febrero de 2008.
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