No hay cauce para las penas
ni cristal que no se empañe
ni cielo que desentrañe
tanta lágrima en la venas.
Benditas las magdalenas
que lloran penas de amor
bendita la lluvia en flor
que desemboca en los ríos,
benditos los amoríos
sin vencido o vencedor.
-- Patricia Ortiz
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