¡Tanto miedo a la muerte!
cuando cobra sentido en ese paso
aquello que hemos sido, el ser más verdadero.
aquél que se despoja y nos olvida.
Es grato el haber sido, se merece la muerte,
no la maldita eternidad de Fosca,
él y su rata para siempre incólumes
cuando todos se vayan como briznas de pasto.
Estoy aquí. El sol está despierto
y ya no volverá la misma coincidencia
ni el mismo redondel que gira en el café
humeante y agitado como un pequeño mar
de naves en buen puerto y de naufragios.
Será dormir, los sueños, recuerdos y entresijos,
acaso eternidad ajena a sobretodos,
a paraguas, llaveros, teléfonos que suenan,
sin flores vulnerables, cartas de amor ajadas,
sólo brisa que piensa y se estremece
Long Ohni
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