Amaneció flores
en la estatura de lo incierto.
Insistió su abrazo recurrente
y donó azahares de novia al sol
-requiebre de palabras-
Desnudó el cenit en la ventana,
transigió el llanto por la risa,
bebió del manantial el canto
y fue jirón de angustias pasajeras.
Por ser audaz, privada del recuerdo,
caminó violetas su cabello
y más dorada la mirada
rió al amor para anochecer
azul en la nostalgia
Elisabet Cincotta
derechos de autor reservados
del libro De Anocheceres y Violetas
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