viernes, 18 de enero de 2008

BITACORA

Hijos de todos los exilios

por la misma curva tendida,

tensa como el ángulo leve

del sol y hasta el ocaso,

vamos como antaño fuimos,



parece de agua la senda

o de tinta en el tiempo

de la ebriedad y la dicha,

cuando echamos un día

como dados las naves al mar



y los pies alcanzaron costas

extrañas y en aquel tiempo

hablaron las voces de un lejano

rumor de sirenas. Pasada era

la hora suprema del mundo;



como partidos frutos al arbitrio voraz

de insectos oscuros y una grande

noche de pronto cernirse vimos

como antes el hambre sobre cubierta,

por heladas rutas del incierto norte,



bajo el ojo blanco de la sexta luna,

cuando el rasguido leve de la pluma

dio la cifra de las bajas. Como ciervos

en desbandada huía la vida y de frente

a la luz de los ojos del gran cazador huía.


Alejandro Drewes
Jens

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