
No protestó por ser el cuarto hijo,
Otro pobre entre pobres,
vestir usado, comer sobrante.
Ser sólo uno más. Otra boca.
No reclamó cuando sabiendo la lección
levantaba una mano tímidamente pobre, invisible
para los docentes buscando luminarias.
Era sólo uno más. Otro alumno.
Se conformó con opinar sobre su destino
una vez cada tantos años,
a solas, en secreto,
por una entre opciones
planeadas, previstas, aceptables.
En todo caso podía votar en blanco.
Era sólo uno más. Otro ciudadano.
Murió de un mal sin gloria ni cura,
sin alterar el orden de las cosas
en una blanca cama, de una sala.
Un muerto más, un registro del censo.
A su turno, en el crematorio, fue polvo en una urna,
Esparcido en el aire, en el parque cercano.
No quedó nada.
Carlos Adalberto Fernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario