(Ni pasado, ni presente, ni futuro, pero tú y yo
éramos tinta y papel, además, Serrat cantaba…)
Descreyó el silencio
el paso de los años
como si nos naciera
la voz desde el siempre
o de lo que nunca parte.
En la piel
nos crecieron nostalgias
que se ocultaban en la garganta del poniente
y en la rebelde consumación
de cada novilunio dispuesto a ser
luna de otoño./
Los labios unidos rompieron el dique
en el que habitaba la espera sin tiempo
para poder amanecernos en luz
desposeída de días y noches.
La nada fue fundida
en la tregua natural
de un concierto a voz callada
con requintos de ojos en diálogo
y rubatos de besos con memoria.
Issa M. Martínez Llongueras
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