Voy a acusar a la vida (la mía, claro)
de un daño enorme, irreparable:
Esta, mi necia y absurda soledad,
ahora se ha perdido al encontrarte.
Voy a acusar a la vida (la tuya, claro)
de perseguirme, de no dejarme,
de hacer de mí un hombre
que busca soledad para pensarte.
Voy a acusar a la vida (la tuya, la mía, claro)
de mostrarnos los motivos
que existen en el alma para poder enamorarse
Sí, voy a acusar a la vida
de mostrarme que existen formas de existir
que tienen algo más que llorar y resignarse.
Alberto Guzman Lavenant
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