A los cincuenta años de ser parido,
yo mismo me hago una cesarea y nazco
y me inscribo en el registro civil de los poetas
con el nombre que me otorga cada verso.
Y hago esto,
a párpado abierto
y marea numerosa y absoluta,
a corazón borracho de sol
y manantial de lámpara sincera,
a carrusel de espigas altas
y sílabas de doble filo.
Con mano firme y el bisturí más fino
corto el cordón umbilical de la palabra
y la libero del limbo que la encerraba,
la arranco de cuajo del diccionario
con los forceps del sentimiento,
la cuelgo un momento por los pies
y le sacudo en la espalda
hasta que lloran sus letras
como si fuera la primera vez
que el aire hincha sus pulmones.
Entonces la escribo en el papel
e inicio un nuevo parto desgarrado
hasta forjar con todas ellas un verso
y, verso a verso, el conjunto del poema
recibe el alta literaria en las páginas de un libro.
Después coso la herida
con el hilo tierno del olvido
en el rincón sin lluvia
de alguna vieja estantería
y un pen drive medio desierto.
Diciembre 2008©Fernando Luis Pérez Poza
Pontevedra. España.
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