jueves, 25 de febrero de 2010

LA VARA DEL OLVIDO

Que no tiemblen allí, junto al umbral, los pasos,

dejar las ropas hartas,

los frívolos anhelos,

volver a ser origen, que es volver a la nada

donde el viento no sopla ni cala hasta los huesos

el dolor de la vida, la quemazón del tiempo

que estraga día a día la gracia de la rosa.



Hemos sido exiliados, desnudos, indefensos,

y estaba el sol, la hierba y los mares eternos,

el cervatillo, el musgo y el árbol de la poma;

estaban las serpientes y los dulces estíos

pero ningún camino, ningún puerto

al que arribar con gloria, salvo este umbral previsto

desde donde partimos.



Volver a Itaca entonces después de los tomentos,

recordar que hemos sido lo que mejor pudimos

sin ser hijos de dioses, más sí miseria humana,

puro intento de flor que perfuma y perece.



¡Qué absurda extravagancia querer robarle al tiempo

la vara del olvido que a todos nos somete!





Con mi abrazo siempre

Long-Ohni

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