Que no tiemblen allí, junto al umbral, los pasos,
dejar las ropas hartas,
los frívolos anhelos,
volver a ser origen, que es volver a la nada
donde el viento no sopla ni cala hasta los huesos
el dolor de la vida, la quemazón del tiempo
que estraga día a día la gracia de la rosa.
Hemos sido exiliados, desnudos, indefensos,
y estaba el sol, la hierba y los mares eternos,
el cervatillo, el musgo y el árbol de la poma;
estaban las serpientes y los dulces estíos
pero ningún camino, ningún puerto
al que arribar con gloria, salvo este umbral previsto
desde donde partimos.
Volver a Itaca entonces después de los tomentos,
recordar que hemos sido lo que mejor pudimos
sin ser hijos de dioses, más sí miseria humana,
puro intento de flor que perfuma y perece.
¡Qué absurda extravagancia querer robarle al tiempo
la vara del olvido que a todos nos somete!
Con mi abrazo siempre
Long-Ohni
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