Me cautiva tu mano cuando traspasa el muro.
Cautiva de sensaciones impensables
tiemblo en el límite del silencio.
¿Inclinarme por lo baldío o el Sueño?
No sé como ajustarme a la cordura.
Liviana pesadez la prisión que me condena
abierta al grito en tu memoria.
Puño como un arrecife que indica mi camino.
Por aguas tumultuosas confío en llegarte.
Qué la Isla del Diablo no es para todos.
Condenada al más duro trabajo
es que me entrego.
Amarte desde el acantilado de soledad
donde tu mano me encierra.
Fanny G Jaretón
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