Son bocas abiertas a las cicatrices del destino
las que el único ojo observa
en la celosa claridad del presente.
Un camino agreste me espera,
entre millones de cicatrices la vida se retuerce
ensangrentándolo todo.
Abrir las alas y volar tan alto
que la memoria sea el suelo olvidado
y el recuerdo el cielo sin límite.
Los tridentes aguardan el bocado fácil,
el pecado, el paso mal dado descansan
en los hombros del hoy.
Desvíos sin sentido, rectas negadas a la esencia
arduo trabajo el de llegar al infierno:
y no arder.
Liliana Varela
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