Quiebro la fronteriza distancia,
el lienzo puro se cuarteo
con la despedida de tu espalda.
La posibilidad de no tenerte
me dejó encerrado: en aquella celda
que yo mismo construí
para desaparecer del mundo.
Enfrente: tu ventana
donde por las noches
me trae el movimiento
de tu pelvis, con el largo de otro.
Temblor, vibraciones,
que te sepultan luego del éxtasis,
para volver a recomenzar.
Me he convertido en un mirón subterráneo
al que no ves, y lo haces ver,
mis ojos son pura convulsión de asco trágico,
el fluido de esos ardores
me dejan a la deriva,
no tienes memoria de que ayer nomás
decías yo ser lo eterno.
Solo espero
que acabe para ti la inmortalidad,
el hierro marcara el tiempo
y solo serás un delirio al cual nadie le pondrá precio,
pues mataste la virtud de ser un ave angelical.
Juan Ricardo Sagardía
SANTOAMOR
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