Tango que me cobijas en la noche triste con letra de voz encurdelada de algún viejo cantor de palabra clara y acento porteño.
Tango que lloraste letanía cuando el amor partió para siempre, hijos que dejaron tu calle y se aproximó la muerte.
Mi desilusión, la tuya. Alegré noches con los "cosos de al lao", vi cerrar un siglo cambalache para comenzar otro similar. Del violín: Sexteto; de la viola: Juanjo; el bandoneón: Mederos.
Aquí, yo aullando tus cantos, palabras, poemas, melancolía. Pasos... una calle empedrada de la Boca, para enjugar el llanto... una quebrada en la silueta grotesca de algún borracho abandonado por la paica que entona las figuras de la danza en un salón sin acústica ni silencio.
La media luz se hace piel en mis caderas, besos de nostalgia, pierdo la cordura en el sueño abrazada a la almohada de un naranjo floreciente.
Tango silente compañero, luz, fuego, oscuridad y mito... sólo en el amor y sus expensas es posible vivirte desde adentro.
Elisabet Cincotta
de "Desde el sur"
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