miércoles, 2 de abril de 2008

LLUEVE.



Vuela el terciopelo de grises sobre mi piel.
Y acaricia las memorias.
Tu piel.
Llueve.
Llueve.
Desde dentro.

El agua es la lengua de la vida.
La vida es recipiente de lluvias.
Tus brazos son el camino de agua.
Sopla la secuencia de instantes.
Uno detrás de otro.
Y con ellos caerán las máscaras y los disfraces del cuerpo.
Uno a uno.

Repiquetean las ánimas ocultas.
Y caminan en puntas de pie.
Ya no en círculos, sino en recorrido lineal.
De aquí para allá.
Y toda su presencia se desliza
a lo largo del terciopelo húmedo.
De besos, de desnudez certera y fresca.
Llueve.
Llueve.
Y hoy nos reconciliamos con el cielo.

Vuelan los dedos de liquen.
El verde se expande en el aliento.
Las huellas son agua esparcida.
Las memorias se desintegran dentro del murmullo incesante del aire.

Hoy abandonamos la identidad para entregarla
a la verdad.
Hoy nos volvemos parte de la lluvia.

Amparo Carranza Vélez.
27 de Febrero de 2006.

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