El norte se derrumba
entre gráficos de colores
y nosotros acá abajo como siempre, inmóviles.
Sobreviviendo.
Amenazando al pobre sauce que ya no llora,
al zorzal que ya no canta
confuso y apenado en la pecera.
Encendiendo el hielo del exilio
hacia los jardines de anémonas
que penden de los tejados.
¡Aleluya!
Patricia Ortiz
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