Sé que puedo escribir aunque me duela.
Sé que bebe la vida
su vida en la raíz de la palabra.
Que no hay pesar, por hondo, que no quepa en un verso;
que la dicha más grande se mide al expresarla.
Que el sol tiene tres letras y en las tres lo poseo
y entre cuatro paredes está encerrada el alba.
Puedo beber la vida aunque me duela
bebiendo en esa fuente originaria.
Muriéndome y ahondando el alma en tierra.
Raigándome y brotando en la palabra.
Cristina Longinotti
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