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viernes, 29 de mayo de 2009
Lamento del hijo de Kerana
Tau y Kerana.
Como un lagarto cavernario, medio perro,
me asomo a donde están los frutos,
pero no puedo comer, yo velo el fruto
con hambre; me gustaría que me alimentara
el Ser que me parió, oh Kerana.
Como una serpiente enorme, a la orilla
de los ríos observo el agua, pero no puedo beber
sin que arruine mis palabras, como el loro
que olvidó quién es el Padre del Lenguaje.
Como una culebra cornuda soy el terror del campo
y huyen de mí. Sólo he querido llamar a mis hermanos.
Como un niño que tiembla, me duermo,
así como dormí, soñando perfecciones,
la que fue traicionado y ultrajada por causa de su soñar.
Como Kuripira, el feo, de enorme pene,
se me condena a estar solo; oveja monstruosa,
pecarí de las colinas me han llamado en la aldea
y en la montaña; perro de cementerio,
ladrido del agonizado, me dieron por tarea
para dejarme solo... entonces...
desde todas estas muertes gigantescas
me apresto a renacer; fecúndame pues para que no sea
yo, Teju Jagua, el de la verde piel
que se pudre sobre la fruta del hombre;
yo, Mbói Tu'i, no quiero ser ni loro ni culebra
donde exista un manantial.
Yo, Moñái, no quiero ser cornudo
ni niño, en siesta de indefensión, como Jasy Jatere
y mi madre, la hermosa; Kurupira, me indigna
mi fealdad y la malquerida fertilidad de la selva/
yo Ao Ao, no quiero ser pecarí del monte
ni como Luison, muerte inacabada
de los cemeterios, fecúndame en la muerte
de una vez y que muera el Tau
cuando abra mis ojos y me vista de vida
entre los hombres de buena voluntad.
Del libro «Lope de Aguirre y los paraísos soñados»
Carlos Lopez Dzur
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