... La necesidad («niyati») crea la ficción de espacio
y nos liga a la causalidad, a la inexorable ley del acto
(«karma») que restringe la libertad absoluta y omnipresente
a una limitación dirigida a un objeto determinado: Javier Rou
Entonces, por nostalgia,
me arrojé a abrazarte.
Elegí el árbol más rugoso
cuyas cortezas, años de verticalidad
recuerdan reciclajes kármicos del humus.
Y supe que soy como tú
nacido para el polvo y el regreso.
La vida es más que tumba y fijación
en la arcilla y el incienso,
breve como es, se salta al infinito.
Contigo está la metamorfosis que germina,
la semilla de ese Gran Tesoro,
código y cifra plantada entre chumberas,
el fuego eterno del Sol, hálito de Brahma
entre desbrujos de la terra morta
en el Mediterráneo.
9-3-1998
2.
Grabé tu nombre en un árbol de piel dura.
Me enamoré de tí, cuchillo en mano,
como el leñador que limpia el monte
y selecciona la salud y fortaleza del madero.
A tu aparición quise llamarla: Fruto.
Jamás volverán a diluirse los recuerdos.
Nos reencontramos, Arbol de Vida.
Ahora de tus sámagos más húmedos
conozco los llantos y sus alegrías.
Te oigo en la savia que fluye.
Te huelo en las flores que sueltas
con el viento, te percibo en trinares
de pájaros que se esconden en tus ramas.
Y como hay recuerdos tuyos
que persisten en el viento dando voces,
te sigo como hormiga, fiel a tus raíces.
Entro en cuevas que compartes;
lamo tu savia como elíxir y ya no hay
destierro de triste despedida.
Te alcanzaré vida tras vida para bendecirte.
¡Ojalá que en otras madrugadas
también me ames en los grabados
agridulces del cuchillo que escribe
su memoria con nostalgia!
¡Ojalá me leas en ensueños perdidos,
en las expansivos infinitos,
o en hibiscos rojos y escondidos
de otros patios del tiempo!
¡Ojalá en la sadhana de lo Eterno
crezcamos juntos, abrazados
como serpientes que transmiten
su alegría, en pos de vida
infinitamente continuada
en las cimas de lo Absoluto!
10-3-1998
Carlos Lopez Dzur
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