Parada en lo alto de mi misma,
diviso senda borrosa
que como sierpe se retuerce
vomitando a tramos
antiguos viandantes
que identifican cada piedra
en la que cincelaron su ignominia.
Entre ellos viene perdido,
agonizante,
el recuerdo luminoso de Origen.
Procesión luctuosa
a tientas da el paso
y canta interminable letanía,
ahogada en su académico pecho imaginario vanidoso.
Parada en la esquina de la vida,
mirando cómo Arrogancia en bamboleo
mueve su exótico trasero como reina imbécil
que infecta la palabra cotidiana del sencillo.
Con voz negra,
palabra silente desafiante
mirada altiva pregonera
conjuro expresado
con las piernas implorando a un "cielo"
y las ideas en los más oscuro de sima.
Cómo le duele al Verbo tal abuso,
cómo enfrentar a Locura
cómo derribar esa muralla de excrementos,
con qué escuadrón armado de qué mazo...
¡Qué asco de parásitos!
¡Gusanos "vertebrados"!
Ana Lucía Montoya Rendón
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