
Tal vez
de entre todo el vacío
que irradia
la gruta absurda
en la que murió mi silencio
quede
la pintura sin rúbrica
de unas manos bailando
un tango sobre tu piel.
Pero no hay compases de besos
que hubieran escrito este tango sin letra,
sin intérpretes, sin bandoleón.
Solo la esquina sin luna ni farola
estremecida de nostalgias,
sin nada que decir a la espera sin fe
que habita entre las horas muertas.
Ahora llora este tango sin letra, porque nunca fuimos…
Issa M. Martínez Llongueras
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