
Madre apareció anoche, sostuvo mi cabeza llena de interrogantes en su
regazo, como lo hacía antes cuando era niña y adolescente y otras eran
mis dudas.
Madre apareció y me miraba con esos ojos negros enormes de vicuña
paciente, sentí ternura de su setiembre nacido y lloré de contento.
Me hizo caricias, las mismas que recibió mi niño cuando ella se
marchaba a ese mundo sereno.
Madre apareció, me dio la luz de aguas celestes que mi vida requiere.
Estás conmigo Madre y me acoges en tu setiembre dormido.
Julia del Prado (setiembre fines 2007)
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