
Si yo pudiera hablar, si yo pudiera
soltar del alma la paloma herida
que aletea en prisión y ya aterida
no encuentra ni horizonte ni frontera.
Si la voz que está atada, prisionera
hoy fuera con tu abrazo bendecida
se ahogaría la pena del suicida
devoto de esa pena plañidera.
Ya sin broquel el aguerrido pecho
dejaría en olvido la elegía
al encontrar tu beso de oro y trigo
Tras la esperanza, el dilatado acecho
en júbilo y bengalas de alegría
trocaría la pena y el castigo.
Long ohni
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