
Pobres mis ojos que ya no ven
la ternura que los rodean.
Mis oídos ya no escuchan
las dulces y tiernas melodías
del amor, de su poesía.
Escondido, el pobre corazón
no palpita ante el cariño.
atento va a la razón
que esgrime sus duras leyes,
sin tono, sin compasión.
Anhelo que arribe el día
cuando poderosas fuerzas
trastoquen a ese latir,
ensordezcan los oídos,
enloquezcan a los ojos,
cuando al querer lo encuentre,
y lo lleven por delante
con sus mil y un antojos.
Nacerá una vida nueva
distinta a lo conocido,
sin temores ni resquicios,
con pecados concebvidos,
con gráciles movimientos,
aunque vivan imprudentes.
Oscar Néstor Galante
No hay comentarios:
Publicar un comentario