viernes, 4 de enero de 2008

EXPIACION DE LA NOCHE





Can you hear this mourning?


Agua de los cielos,
sombra de los barcos,
en borrosos labios partir
-donde pacen las estrellas-

Los amantes conocen
el fruto y la obra de las manos,
su tiempo exacto
de uno a otro gemido.

Te nombra el duro hueso
de mi cárcel y te busca
y sabe que vendrás, cuando vendrás.
Lítost.

Alwine, tu suave
ceniza de plata sombría
como anillo extraviado
en un ancho cementerio
de flores bajo la luna.
Pero cómo te pienso,
ah si supieras cómo
te pienso.

Recoge tus mejores nueces
y cuida que crezca
verde la hierba,
no la pises apenas
-ella sabrá darte a su modo
abrigo mañana-

Alta es la tarde de sol
y un lento incendio de rosas
y luego el tiempo
se vuelve más oscuro.
Tan alta como era la tarde...


Wozu, Dichter?


La verdad siempre queda
o la mancha roja
en el pálido mantel,
la palabra nunca dicha
o la piedra de plomo,
esa invisible carcoma
en los libros del alma.
La verdad siempre queda
en el poso lento del café,
perdida en el espacio perdido
entre líneas de una mano.

Solo en el difícil hotel
de las horas, como destello
breve de luz en el verde:
y ahora es apenas el viento,
el largo, infinito,
viento que pasa.

Ardido polvo del exilio,
te ves pasar y pasar
en el trizado espejo
de los otros
-¿pero qué reflejos?-

Poeta, tus pobres signos
para un tiempo de violencia;
para la madera sin sombra
tu camino cansado
bajo el astro mudable
y helados cristales de luna
en la noche
en la línea de sombra
bajo tus pies.
Weg.

Si todo -digo-,
si todo fuera tan simple
como buscarte en tu Hanna,
yendo al fin a lo concreto,
pudiera ser como resignarse;
sólo algo -digo-
un poco menos trágico
que esto.

Jens/Alejandro Drewes
En Las Condes, Santiago de Chile, 24.1.2006, 1.10 p.m.

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