jueves, 10 de enero de 2008

Un individuo


No protestó por ser el cuarto hijo,

Otro pobre entre pobres,

vestir usado, comer sobrante.

Ser sólo uno más. Otra boca.



No reclamó cuando sabiendo la lección

levantaba una mano tímidamente pobre, invisible

para los docentes buscando luminarias.

Era sólo uno más. Otro alumno.



Se conformó con opinar sobre su destino

una vez cada tantos años,

a solas, en secreto,

por una entre opciones

planeadas, previstas, aceptables.

En todo caso podía votar en blanco.

Era sólo uno más. Otro ciudadano.



Murió de un mal sin gloria ni cura,

sin alterar el orden de las cosas

en una blanca cama, de una sala.

Un muerto más, un registro del censo.



A su turno, en el crematorio, fue polvo en una urna,

Esparcido en el aire, en el parque cercano.



No quedó nada.

Carlos Adalberto Fernández

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